13 de octubre de 2018.- Después de un viaje en micro que duró 24 horas, entre la cárcel de General Güemes, en Salta, y su casa en la ciudad de Montero, cerca de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, Claudia S.E., finalmente se reencontró con Fernando, su hijo de 14, gravemente enfermo, por quien ella había decidido hace un año pasar un kilo de cocaína por la frontera con el fin de cobrar un dinero que les permitiera pagar la quimioterapia.
Con Sheyla Jazmín en brazos, su cuarta hija, que nació hace cuatro meses con su madre en prisión, la mujer cruzó el umbral de su casa y fue directo a la habitación donde desde hace una semana está Fernando, bajo cuidados paliativos, ya que la enfermedad, según los médicos, se volvió irreversible.
«Cuando entré estaba dormidito, caidito, levantó la cabecita y me miró y me dice ‘no llores mi mamá, no quiero que llores, yo ya no quiero llorar'», contó Claudia a Infobae entre sollozos.
Los defensores oficiales de esta mujer, con Andrés Reynoso a la cabeza, habían presentado en las últimas semanas las pruebas que demostraban que la enfermedad de Fernando era real, algo que Hansen consideraba una excusa para justificar el delito de pasar cocaína por la frontera.
La Sala 2 de la Cámara de Apelaciones de Salta, integrada por los jueces Guillermo Elias, Mariana Catalano y Alejandro Castellanos, confirmó también el mismo jueves el procesamiento de Claudia, su prisión preventiva y un embargo de $ 20.000 dispuesto por Hansen. Pero recomendó atender las necesidades humanitarias. Claudia deberá volver a prisión dentro de un mes y esperar el juicio.
En septiembre del año pasado, tras escuchar el diagnóstico de la enfermedad de su hijo, Claudia, que trabajaba como empleada de limpieza en casas particulares, fue hasta la rotonda de su ciudad, donde sabía que podía encontrar un contacto para pasar cocaína y conseguir USD 500 que le serivirían para solventar el tratamiento.
«Estoy contenta, feliz de estar con mi hijito, estoy bien y triste a la vez. Estaba esperandome él, que yo llegue. Me dijo que ‘no llore mamá, no quiero que llore’, ya hijito le digo, ‘ya me voy a curar, estese tranquila, voy a hacer y tomar y voy a comer, mamá, porque no quiero que usted esté triste'», dijo Claudia, con alivio y emoción.
Además del encuentro con su mamá, Fernando estaba ansioso por conocer a su hermanita recién nacida. La pudo ver y tocar. La miro fijamente, cuenta su mamá, y le dijo, con una sonrisa inocultable tras la máscara de oxígeno: «Mamá se parece a mí, es igualita a cuando yo era bebé».
(Infobae)